dame la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
el coraje para las que si puedo,
y la sabiduría para reconocer la diferencia.
pero no me inundes de sabiduría si no me vas a acompañar con el valor para soportarlo.
Quien acepta el Eterno Retorno, se previene y acepta sus actos. Con el dolor que puedan contraer, con el placer que puedan conllevar: no hay lugar para el arrepentimiento. F.N.
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