domingo, 8 de julio de 2012

escondites

Aprehender y aprehenderse conlleva de mucho esfuerzo y sacrificio, por eso en la vida vamos eligiendo lugares físicos y estados mentales que nos dispongan cierta comodidad, tratando de sufrir lo menos posible en el proceso. Cuando era chica la mesa de la cocina era mi lugar preferido para hacer la tarea, pero si tenía que jugar me encantaba encerrarme en el altillo donde mi mamá acumulaba porquerías, todas útiles para ella claro está. Más entrada en la adolescencia y en otra casa, otra vez mi lugar elegido para ésto de sentarse a conocer fue el comedor, pero ésta vez de madrugada, cuando la pasividad completa del hogar me dejara sóla con mis pensamientos, mis libros o mis rompecabezas. En la Universidad y cuando por fin se fue mi hermano mayor de casa, decidí no mudarme de la habitación compartida con la menor, y hacer en ese espacio vacío un bunker de estudio y trabajo. Funciona hasta ahí, porque a veces hace mucho frío y siento que se me congelan las ideas y además hoy en día se me hace necesaria la tecnología y la pc que me gusta está en la planta baja. En fin, a veces más distendida, otras menos cómoda, pero siempre encontrando en compañía de mi soledad, los mejores momentos para reflexionar y elegir con qué recuerdos quedarme y cuáles resultan un desperdicio de tiempo. En la vida entera pasa igual, así como nos amotinamos en lugares específicos de la casa, también nos atrincheramos con sentimientos diferentes y en estados emocionales que no siempre resultan gratos, pero que son siempre útiles para el camino del conocer y de saberse. a veces investigarnos requiere de profundas depresiones, sin las cuales nunca llegaríamos a los extremos más oscuros de nuestro propio ser. Otras veces, la llanura emocional y la pasividad son indispensables para la observación del terreno y el campo de juego, y así escucharnos y entender porqué reaccionamos de tal o cual manera, tratando siempre de no traicionarnos ni dejarnos llevar por la cresta de la ola o mucho menos perderse en la corriente. Y las etapas que a mi más me cuestan son las de batalla. supongo que es porque la espontaneidad y la reacción a tiempo son herramientas que no manejo a nivel consciente y la mayoría de los momentos mi cabeza elige estacionarse en el pasado o volar en futuros imaginables, y sucede que si no estás parado en quién sos, es muy difícil contestar a los embates del ahora. Por toda esta mezcla impredecible de sensaciones, que a los geminianos inestables como yo se nos vuelve aún más pesada de llevar, es que vamos eligiendo momentos y lugares para experimentar, para conocer, para investigarnos, para concluirnos. A veces somos más receptivos de la crítica y por eso compartimos más detalles del proceso, otras veces no estamos tan seguros de las decisiones, sólo entendemos que estamos cómodos. y el silencio se ajusta a las necesidades del momento.