cuando logro abstraerme unos momentos, me doy cuenta que somos demasiado egoístas para desprendernos de la posibilidad de la felicidad plena dejando un espacio donde otro pueda ser feliz también;
nos veo discutiendo en el absurdo usando y abusando de cientos de palabras innecesarias que ninguno en realidad escucha, no nos sirve una sola de todas las palabras que se inventaron en la historia de todos y cada uno de los lenguajes conocidos y no. desde que nos quedamos sordos y nos olvidamos de leernos. no sirve ni la suave ni la afilada, ni la mordaz ni la sincera, ni la inventada. ni una sola sirve.
o nos escondemos en los silencios tan largos como apenas soportables, porque sabemos que los silencios duelen más. que a falta de ruido la pasividad del silencio se vuelve la mejor compañera del olvido. o del recuerdo.