Cuando estoy lejos de mi el miedo se me empieza a notar.
Cuando estoy tan dentro suyo empiezan a confundirse las necesidades y ya no se
si sus pulmones son los que me faltan para respirar. La línea para perdernos es
fina, y en la frontera se armó todo el ejército de salvación de mi persona que
intenta prohibir que otra vez salga de
mi y me pare en otra perspectiva donde lo que importa más es ese otro, donde la
valoración que otro haga siempre resulta mejor, donde las prioridades y peor
aún la ideología y las convicciones dejan de ser personales y se nos vuelven
ajenas. En la frontera se desata un caos, inevitable. Por lo que toda vez que corro
hacia ese lugar, porque me persigan, porque me absorben o porque me gusta,
terminamos en pleno frente de batalla. Todo mi yo a la defensiva, todo mi yo
punzante, todo mi yo desconfiado y altanero.
viernes, 24 de mayo de 2013
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