Y me ví a mi misma de muchas maneras
. Amarrada a una escalera al cielo con la soga de mis sueños de niña con su nudo marinero justo al cuello, esa azul y blanca que no me cansaba de saltar y saltar..
. Seguí saltando, esta vez del edificio que más me llamó la atención de chica, en Ocampo y Buenos Aires, dejando el celular abierto en la baranda. Piso dieciocho, reía.
. Dormida, lucía paz. Y el blister de tranquilidad al lado de mi querida crema Johnson Baby en la mesa de luz.
. Sentada con la espalda apoyada en la mesada. Mi cuchillo preferido de cocina, el delantal, y un mar de sangre, roja, bordó, casi negra.
No me asusta no poder dormir, ésto no escapa a mi naturaleza de preveer lo peor para saber que todo aquello que pase será mejor.
martes, 11 de noviembre de 2008
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