No es sólo acostumbrarse a un nuevo teclado o a la sensibilidad de un mouse; es un inevitable recorrido por nuestros aciertos y errores.
Es caer en la cuenta del paso del tiempo.
Quien acepta el Eterno Retorno, se previene y acepta sus actos. Con el dolor que puedan contraer, con el placer que puedan conllevar: no hay lugar para el arrepentimiento. F.N.
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