lunes, 23 de abril de 2012

Géneros

Qué pasa con los personajes secundarios en la última hoja de cada libro es algo que me pregunto desde chica. Lo mismo que en las películas; porque parece que murieran todos y cada uno, o bien desaparecen o surge un viaje improvisto, salvo en los protagonistas claro. Se dirán los escritores que tal vez no importan. Que sólo eran el relleno y los contratiempos de otra historia principal. Seguramente. Ahora yo, siempre dudé de ese escepticismo emocional con que los describen. Si los analizo mejor, son los personajes que siempre aceptan hasta las más injusta de las desgracias, son invenciones de alguien que opina que su rol de extra no merece sentimientos. Es lo que nos enseñan en la vida misma, que reflejo! el de al lado no tiene sentimientos, al menos ninguno que amerite más que una página o escena. En cada final feliz, estarán nada más que los protagonistas.
Supongo que el problema está en no reconocer el papel que nos toca en cada historia. O peor aún, caer en las mentiras de un director que se va en falsas promesas para cumplir con las necesidades de su propia obra, eso pasa con la ingenuidad de la primera audición.
Hace poco terminé de leer un libro del que ya me habían contado el final varias veces, me tomó tiempo lógicamente, porque cuando uno conoce de antemano la forma en que termina es natural que postergue ese momento. Pero al fin lo pude terminar. Demás está decir que no hubo sorpresas en la última página, fue tal como lo predijeron. Lo importante es que me detuve unos momentos a pensar la historia, al principio me parecía una novela de amor, la trama lo fue llevando a convertirse en un thriller asombroso, pero la repetición de varias escenas y la extensión hicieron que casi al final no fuera más que una historia de terror malísima apenas soportable por falta de sorpresa, llegó a aburrir en varias ocasiones al lector; así de enroscada y fastidiosa quise dejar de leer, sin embargo de repente todo se aclaró y la historia se mostró tal como era: una gran comedia estúpida, en donde todos los personajes parecen y se creen protagonistas y se van peleando por  lograr el final feliz de la última página, cada uno saca armas y herramientas impensables, mete a más personajes en el medio de la trama, intenta matar a cuantos puede para eliminar la competencia, ninguno de ellos piensa siquiera que los otros personajes puedan sentir alguna cosa, no hay sueños más que los propios, no hay deseos ni esperanzas de los demás, mucho menos hay conciencia del dolor ajeno y no se conocen las palabras respeto y compasión.
Hoy lo tengo en la repisa archivando polvo, y cuando lo veo cada más lejos en el tiempo pienso que pudo haber sido un libro de los que se dicen de "autoayuda", de esos bien mierderos que sólo están rellenos de frases hechas y de historias de alguien más, esos libros que jamás quisieras volver a tocar, esas historias que en verdad terminan siendo de alguien más y que nunca nos tuvieron como protagonistas.
Ese libro que no quemo ni entierro para recordar que nunca más me presto a semejante porquería.

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