domingo, 20 de febrero de 2011

muda

saber que nos acostábamos en palabras; que nunca dejamos espacios vacíos ni mucho menos llenos de aburrimiento; acordarme de noches largas que se terminaban porque la luz del día venía a ponernos el toque de queda; contar de a uno los cadáveres de vidrio que al otro día nos hacían fruncir el seño; la manía de reprochar por los ceniceros llenos; el no querer movernos más que para cumplir obligaciones; reirnos después de alguna pelea tonta que nos traía la noche y el vino; la maraña de preguntas y respuestas desafiantes; la retórica, el consejo, el reto, la crítica, la admiración, el profesionalismo, la moral, la experiencia, el deseo, el desconcierto, la tentación al destino, mentiras y verdades, secretos, aventuras, confesiones. todo puesto en palabras.

no es verdad que a las palabras se las lleva el viento. pero ya no hay a quién decírselas.
también aprendí a dar silencio por amor.

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