sábado, 15 de enero de 2011

200.

Llevar la cuenta de cuantas veces me acomodé en este estado anímico y traté de ponerle palabras a las sensaciones mas indecibles y certeras por las que navegó mi cabeza, me da la ventaja de tener al alcance de mi mano una estadística de la No-felicidad de mi corta existencia. Si promediamos que por cada escrito se corresponden un día de procesamiento previo de la angustia y uno posterior de apaciguamiento (sólo si, promediamos), podemos concluir con el respaldo de las ciencias duras y exactas, que oscilé entre tristeza, enojo, desgano, resignación, confusión y odio las 2/3 partes de los días en los últimos 3 años.
Es un número extraño, sobre todo porque quién me ve, es probable que piense de mi, un ser feliz. No es para menos, me fue duro el trabajo de tallar determinada imagen de mi; me siento más a gusto con que recuerden a mi de esa manera y no a ésta mi. Y es por egoísmo puro, este mi, es sólo para mi. y no ando ganas ni ahora ni antes de compartirlo con nadie. Quizás algunos hayan tenido (para mi el honor, para ellos la desgracia) de verme a mi alguna vez.
Entrando en las profundidades de mi, es como si lograran encontrarme aquellos poemas, prosas, canciones, textos en general, que han sido escritos para mi en alguna época, por más remota. Y vuelven a rechinar nombres que supieron estar callados en mi memoria, Kundera me clava una espada por la espalda, una espada que le dió Murakami, insitado por el eterno acechador Boris Vian. Me caen de los balcones escritos de Artaud, de Cortázar, de Rimbaud, hasta el pelotudo de García Marquez me grita: "100 años de soledad, 100 años de soledad!!". Parece a propósito.
y al final se, que si no estoy loca, si no soy una de esas portadoras de locuras de las cuales ya no se vuelve, si aún puedo vivir con la concientización misma del sentido, este poder vivir sabiendo qué es el tacto, soportando el olor de los olores, con la constante marquesina, el tren imparable de vagones sinfines que atraviesa mi cerebro, si este cerebro no explota, ni se conmueve al saber que está sólo y sin un corazón.. sé y le doy el crédito por este resto de cordura, a mi escasa memoria.

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