jueves, 17 de abril de 2008

De lo que nunca voy a comprender..

Cuando no hay algo que me empuja, no hay un hecho con la suficiente fuerza apocalíptica para sucumbir mi vida a la profunda depresión, ni tengo a mi madre preguntándome ensordecedoramente a dónde va mi vida.. ahí es cuando pongo en funcionamiento el sistema de autodestrucción más efectivo que se haya concebido en este y varios planetas más.
Lo he dicho ya en otra ocasión: sé exactamente cómo torturarme. Sin embargo, ayer supe que además del flagelo que puedo producirme, también tengo una tesis digna de un doctorado en el tema posterior. Es decir, una vez que logro estar deprimida, es cuando empiezo a humillarme, luego una vez bien pisoteada, cavo mi propia fosa (conocida frase).Cansada, transpirada, ya casi sin fuerzas, construyo el ataúd que termina por ser el más feo del panteón, ahí le hecho la culpa a mi maestra de primaria que nunca me dejó ir a carpintería con los varones y en cambio me tenía a hilo y pinchazo de aguja en un salón; no termina todo acá, porque este fue un largo proceso de investigación y perfeccionamiento de la técnica.
Por lo tanto, me meto en el cajón, y cierro y sello la tapa desde adentro. La madera tiene un pequeño agujero, por ahi voy aspirando lentamente tierra de los costados hasta lograr taparme, cuidando minuciosamente que no se atore la endija, ya que por ahí tienen que pasar los gusanos que se van a encargar de aún viva.. ir carcomiendo pedacito por pedacito de mi cuerpo.
Y tanta desgracia me provoco que mi mente queda intacta, con su inacabable machaque y achaque. Estoy convencida de que si muero, mi cerebro me va a seguir jodiendo la muerte.
Reconfirmando que soy mi peor karma, mi propia bola de demolición, mi único cruel verdugo, es que me empujo y voy a tu casa.
No sé si alguna vez voy a tener el agrado de saber a qué carajo fui.

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