martes, 1 de abril de 2008

El mecanismo es técnicamente el mismo

La pólvora calma y vistosa siempre a la espera de un roce, de una fricción acompañada de un poco de esmero, algo de presión y el dispuesto oxígeno que provocan rápidamente la combustión, la explosión de cada partícula. Combinación no siempre armónica de sonidos crujientes, colores cambiantes y olores fuertes que siempre te hacen correr la cara a un lado.
La sensación no es agradable, sin embargo en pocas milésimas de segundo aparece como soñada y ya no tenemos vuelta a atrás, sólo deseamos estar en ese juego de chispas, al menos un rato más, pero ya nada de lo que hagamos detendrá el verdadero fuego, que con furia y paciencia, se servirá de la madera, dejando sólo la silueta intacta pero cambiando completamente su composición, ahora de ceniza negra, luego gris, lista de todos modos para ser, de un soplo, historia.

En un principio es intenso, es alarmante, es muy sencillo de encender.. pero no quema. Más tarde se vuelve paciente, seguro, sigiloso.. inevitable.

Técnicamente el encender de un fósforo funciona de la misma manera que mi enojo.

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